Cuatro veces se puede ser precario en la vida para no exagerar contextos: no tener reloj, ni coche, ni móvil ni mujer: los Cuatro Jinetes del Apocalipsis no son suficientes para traer la felicidad. Pero sin ellos la vida se desboca. La quinta precariedad sería dinamitar la televisión en hora punta, que no sabrías. Apuntarte a la Georgetown para saber utilizar el móvil. ¿La mujer?, sombra que quema. El apartado verdor que cierra la puerta; que trae la luz cuando la noche aprieta. Cercado del que ni quieres ni sabes salir. El peregrino aprovecha la fresca, el enrejado que entuba vida, la mágica situación de pisar yerba; de meter la pierna hasta que el barro diga basta o quedarte pegado en la más fina arcilla, convertido en botijo de solera; de pincharte con las piedras, perderte con la niebla: nada más misterioso habrá que te envuelva y prenda de acicates para resbalar de nuevo. Nada conecta más con fantasmas que pasean trapos sucios a horas fijas. Lo que más desean. El peregrino aprovecha el desconcierto del día para preguntarse cosas, aunque no lo parezca ni nadie le haga caso. Se dice si hay un deseo de huir por todas partes y no lo sabemos. Acomodar lo ido en cerebro que ensopa y embebe porciones admirables de su propia cadencia. El Camino hace trinchera de lo que jamás cruzaste ni pretendías. Aldabón de orgullo y siesta placentera. Cuando el aire disuelve la tensa espera y ves más allá del sueño que no despierta; clavar el aguijón en algo que carece de cuerpo y materializa trascendencia. Tanto que apagamos la memoria y abrimos nueva cuenta con la vida. El albur camina al lado en la delicia perdida. Un mundo de sombras, otra vez los ñublos de Unamuno; rehiletes de sol, mugidos de vaca y nieblas son las credenciales del Camino. Cuanto apila la memoria y moldea. Exalta y traspasa expectativas. Claro que hay un perfil del peregrino, es el que viene. El que un día se planta para salir de sí lo que pueda y ayuden las etapas fieras. Se diga que quiere vivir, erradique sanguijuelas y convierta inutilidades en certezas. Paisaje y platos aparte, fascina el Camino por los personajes que encuentras. e, entrado en años, ocurrió a poco de salir de Oviedo, hacia Loriana. Un suizo que llevaba años

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